02 julio, 2009

Hay mucho de poco un todo

Hay mucho de poco un todo que hablar. Muchas palabras por decir y muchas aventuras por afrontar. Hay mucho de poco un todo que escuchar y de vivir, y aún más de desear. Hay mucho de poco un todo que pensar, que sentir, que soñar. Hay mucho de un poco un todo que volar…

Y Mariel seguía sentado en aquel escalón del baño del bar recordando irónicamente su infancia. Era un Lunes gris de antaño que abría camino a los recuerdos y a las historias de papa junto a la chimenea, su café, y sus discos de tango y boleros en la radio. Y todos aquellos recuerdos flotan, recuerdos de otoño y primavera. Recuerdos de dioses, castillos, dragones, elfos. En un momento trágico de asesinato a los recuerdos, Mariel salió de aquel trance de visiones y entendió que seguía sentado en aquel escalón del baño del bar. Simplemente era ridículo…

La risa atada de Catal en una situación de desconcierto y viendo aquel borracho en la esquina, le hacía sentir que realmente se había pasado de tragos. No podía soportar ver aquella mujer mayor viéndolo a sus ojos con deseo y al mismo tiempo con cierta tristeza y compasión. No podía caminar sin la ayuda de aquel que siempre ha sido su fiel, duro y estático amigo a quien el destino encomendó una dura tarea de escuchar su voz de historiador del amor y despechado. Catal decía claramente en muchas de sus intervenciones en conversaciones de mujeres que recordar es vivir, mientras esa forma de vivir se transforme en felicidad…

“Yo no sé bien qué es, vos dirás: Son intuiciones. Verdaderas alertas”

Hay mucho de poco un todo que hablar. Muchas palabras por decir y muchas aventuras por afrontar. Hay mucho de poco un todo que escuchar y de vivir, y aún más de desear. Hay mucho de poco un todo que amar, que pensar, que acabar. Hay mucho que olvidar y renovar…

RaC