04 febrero, 2009

La Maga, iglesia y sol

Pasaste justo al lado de ese lugar donde me pueden encontrar una mañana o una tarde, husmeando las páginas de un libro. Más aún, era una tarde que reflejaba los destellos del sol en las nubes y los edificios. Si!! Tu!! Pasaste volando sobre tus botas mágicas colorblanco, que llegan poco más abajo que tus rodillas; un pantalón violeta desconocido, la chaqueta negra que recuerdo y tu pelo aún negro como aquellos, con un adorno más que te quiere identificar. No eras un Rembrandt, un Monet o un Picasso: eras tu.

Llevabas contigo la fuerza estelar que en un eter de sentimientos, guiaba la mirada con una fuerza esta vez proporcional a la distancia. A partir de relaciones; recuerdos más bien, obtuvela foto impresa en mi mente de todo tu cuerpo, y las palabras de Cortazar, y el parque de aquel paraguas destruido: Tu, La Maga.

Estaba leyendo Rayuela y coloqué un pequeño pedazo de papel como bookmark, en algun lugar del libro. Hacía un momento pasabas tan cerca, casi a propósito y ahora seguías volando como la nube color lluvia, nunca mirando atrás. Preferí seguirte y correr tras tus pasos; tal vez quería convencerme que no había caído en la alabada locura. Por esto seguí caminando, saltando obstaculos, hasta el momento que te tuve cerca. Estabas a menos de cuatro palmas de distancia -caminaba a tu lado , quise bajar del anden y luego, por una discusión simple y cómica, caíste con tu risa y tus ojos mirando hacia el cielo; y no hacías más que reir con esta caída loca ,justo en ese lugar- y sin pensarlo, convencido de tu existencia, te dije sin más: "Cómo estás?".

Esa voz... es conocida... y tu reacción...

Estás bien y con una sonrisa en tu boca permanente me dijiste que lo estabas. "Vas ya para tu casita?" "No, aún no. Tengo algo más que hacer. Sólo quería saber que estabas bien." Cambié mi rumbo, hice una sonrisita corta con los ojos un poco cerrados que esperaba te dijeran "Me alegra. Me alegra mucho".

Era un atardecer frente a la iglesia de Las Aguas, desde donde podías vislumbrar un color naranja cálido y profundo sobre aquellas montañas y Monserrate. Simplemente el sol las hacía deslumbrar entre el blanco nube y el cielo azul. En lo mas alto de dicha iglesia quedaba el rastro de esa tarde alegre y estaba abierta.

Esto, mes amies, era lo que faltaba por hacer y al interior no estaba sola.

RaC