16 agosto, 2008

En el discurrir de una cita ocasional

Solo bastan unas palabras y de nuevo un leve silencio acallado por una música tenue de fondo. Él, la niña de los dados verdes y yo encontramos un espacio en la mente que se llena con la música, con los pensamientos ajenos, con los números de los dados. Y el azar juega de nuevo una mala pasada; pierdo un dado más. De nuevo las cuentas, los números no fallaron en la discusión y volvemos al mismo estado de soledad y compañía.

Una charla breve de tema profundo y grandes análisis filosóficos, pero ya lo hablamos como una cotidiana aventura, y la música está ahí para callar las ideas y poner el letrero de la frase de la canción sobre esos ojos de la mente. Los recuerdos vuelan sobre una locura sana acompañada de Maden, Janis, Soda, Yuri… Perdí.

Una nueva partida. Ya debemos tener diez jugadas; a él, sus parpados le ganaron una batalla más, la niña de los dados verdes me inspira calma y se digna de tener esa posición tan característica de mujer en la habitación controlando todo con sólo las manos,tan sólo con su aroma, tan sólo con su presencia, yo estoy al margen del azar, la música, los recuerdos, el “significado” del amor.

Colocamos los dados bajo la mesa, miro mi jugada maestra. Decido arriesgarme antes de cambiar de opinión. Cómo cambian las cosas con tan sólo unos momentos y cierta compañía!! Gané.

RaC